lunes, 5 de mayo de 2014

¿Por qué hemos dejado de tener hijos?



La tasa de recambio poblacional es de 2.1 hijos por mujer, Chile en el año 2011 (últimas estadísticas de natalidad de INE) es de 1,89 y en el año 2010 fue de 1.91, esto quiere decir que para que exista un recambio generacional, por lo menos una mujer debe tener 2 hijos para que sean reemplazados en la generación venidera, tasa que año a año va decayendo en Chile.

En esto, los países desarrollados nos llevan la delantera, ellos están teniendo cada vez menos hijos que antes por lo que su población anciana aumenta y el recambio generacional va a la baja. Pero ¿a qué se debe este fenómeno? Muchas son las respuestas de los expertos que le atribuyen a la calidad de la educación, la salud y cuan caro es tener estos servicios, pero ¿acaso en los países desarrollados el acceso y calidad de la educación no es mucho mejor que el nuestro? ¿Así también como en la salud? Como diría algún conocido, cada vez sale más caro tener hijos, puede que sea una opción viable del porqué no estamos teniendo hijos.
Pero al observar, es fácil contemplar en este mundo lleno de consumo, donde la meta de la vida es ser “exitoso” tener una buena casa, un auto grande y tener un elevado puesto de jefatura, sale una respuesta a la luz: somos tan egoístas para dedicarnos a nosotros mismos que no queremos dedicarnos a nadie más. Como se dice en el dicho popular, necesitas plata si quieres hijos, pero también necesitas tiempo, si, mucho tiempo, cosa que para ser “exitoso” se vuelve escaso. Es mucho más fácil y llevadero tener un hijo para dejar de trabajar un tiempo que tener muchos para dedicarse a la casa o compartir las labores como matrimonio.
Es lo que pasa en los países desarrollados, las mujeres quieren ser profesionales exitosas haciéndoles la competencia a los hombres, para ver quién es el sexo más fuerte en verdad, pero dejando de lado el hogar. Es aquí donde tenemos la disyuntiva: dejar de tener hijos para trabajar, o dejar el trabajo para tener hijos. Y aunque llama la atención que los musulmanes, palestinos y otras religiones similares, lleguen a un lugar y lo primero que hacen es tener muchos hijos, nosotros estamos a la moda y vanguardia del mundo desarrollado con una baja en la fecundidad.

Pero a pesar de tanta modernidad, nos estamos quedando atrás incluso en las políticas públicas, para incentivar la natalidad tenemos diversos programas y bonos como el proyecto de ley para el tercer, cuarto y más hijos, centros de especialidad para apoyo a las embarazadas y madres, apoyo educativo  recreativo para los niños después de su jornada escolar, extensión del postnatal a 6 meses, obligatoriedad del kínder, entre otros muchos bonos para ayudar a las familias a mejorar su situación económica. De parte del estado ¿mejoran o empeoran la vida familiar? De acuerdo a estas políticas públicas, hacemos que los niños estén aun más tiempo en el colegio que en sus casas y que a pesar de los 6 meses de post natal y de los 5 días libres que tiene un hombre por su bebé recién nacido, aun no es suficiente para fortalecer la familia, y así incentivar la fecundidad.
No queremos que la mujer ni el hombre dejen de trabajar, pero sabemos que los primeros años de un niño son primordiales para su desarrollo y que necesitan tiempo, de calidad y de cantidad con sus padres, es por esto que nuestras políticas públicas deben mirar más allá de lo momentáneo para poder establecer un modelo que funcione y que se diferencie de los que ya van más adelante con las subvenciones a la juventud para que la gente tenga más hijos como en España o Alemania.

Necesitamos un sistema laboral que pueda llevar consigo una vida familiar, donde la mujer pueda trabajar pero a su vez estar con sus hijos y no depender de la sala cuna o el jardín infantil, y también darle el lugar al hombre de estar más con sus hijos y también trabajar.
No basta con el bono por hijo, a asignación familiar o toda clase de recursos que pueda entregar el estado, necesitamos una reforma que ponga el papel de la familia en el primer lugar, donde tener hijos y trabajar no sea excluyente y donde los niños no sean un estorbo para la vida profesional, dándoles el lugar que necesitan. Debemos reformar el horario laboral para padres y madres con hijos hasta 5 años, horarios que se adapten al horario de los niños en el colegio. Que se privilegie a la gente que vive cerca del trabajo para evitar largos tramos en el transporte público y que las comunas dejen de ser dormitorio e incentivar que los padres tengan más tiempo con sus hijos en lugar de que pasen en el colegio. Y desde una mirada desde dentro de la familia, nuestra cultura debe cambiar, mirando a los hijos como lo más importante que tienen los padres, dejar de ser egoísta es primordial. La planificación familiar debe tener contemplado un tiempo para trabajar menos y otro para trabajar más, quien cuidará de los hijos y cuánto tiempo será, buscar la forma de conciliar el trabajo con el tiempo familiar, cosas que parecen tan simples hacen una tremenda diferencia a la hora de crianza y del desarrollo económico dentro de la familia.

Para dejar un legado a través del tiempo, más allá de lo que puede hacer la tecnología o los libros el traspaso generacional más efectivo es el de los hijos y el problema de la fecundidad se soluciona primeramente desde la familia. Si como gobierno se busca fomentar la fecundidad necesitamos fortalecer la familia, si como sociedad buscamos un futuro mejor, necesitamos cambiar nuestra cultura individualista por una cultura familiar donde nuestra planificación familiar sobre pase los 10 años y dejemos un legado de siglos. Los hijos son mucho más que un sueño por cumplir, toda obra que se quiera conservar, aun la justicia, los valores y las obras que hacemos son herencia para las generaciones que vienen y se traspasan a través de los hijos.

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